Operadores civiles en cárceles no tienen claro los límites de su tarea

19.04.2012 22:37

 

Los policías los apodaron "los pitufos" por el color del uniforme.

Se sindicalizaron para hacer reclamos

08.04.2012, 06:00 hs - ACTUALIZADO 08:53 - EL OBSERVADOR -

Los operadores penitenciarios que trabajan como guardiacárceles en los centros de reclusión de Punta de Rieles y la cárcel de Mujeres (ex CNR) tienen dificultades para ejercer su función por la escasa delimitación de sus tareas en comparación con los policías.

No son policías,  tienen distinto uniforme y su figura fue pensada para una tarea diferente. Los policías los apodaron los “Pitufos” por su uniforme de color celeste, en distinción del azul oscuro de los otros funcionarios.

Los policías que custodian las cárceles por dentro no portan armas de fuego, sí cachiporras. “Los pitufos”, en cambio, están desprovistos de toda arma. “Nuestra única arma es el papel y la lapicera”, afirmó a El Observador Mónica García, una de las guardiacárceles que cumple tareas en Punta de Rieles.

García explicó que su labor es trabajar en la rehabilitación de los reclusos. Por ello intentan tener buen relacionamiento con estos y los llaman “internos”. Se dedican a la coordinación del trabajo y estudio que realizan los presos. 

De todos modos, García advirtió de una de las limitaciones de su función: en caso de mala conducta no los pueden sancionar. “Puede considerarse una ventaja o una desventaja. En ese caso debemos elevar un informe al jerarca, luego se reúne una comisión y evalúa el tema”, informó.

Incluso si ocurriera un motín, los guardias civiles no podrían intervenir. “En ese caso tenemos que llamar a los policías para que controlen la situación”, indicó. 

Debido a esa situación en la que se encuentran crearon su propio sindicato el 20 de enero, integrado por unos 100 afiliados. Solicitaron afiliación a la Confederación de Obreros y Funcionarios del Estado (COFE) ya que no quieren incorporarse la Unión de Sindicatos Policiales (USIP) porque no son policías.

El secretario de Asuntos Gremiales de COFE, Luis Bazzano, confirmó a El Observador que los operadores penitenciarios solicitaron afiliación a la organización que representa a los trabajadores de la administración central.

Una de las reivindicaciones que los “Pitufos” tienen como gremio es la atención psicológica al personal. “Independientemente de que estamos conformes con el trabajo, no deja de ser una tarea estresante porque los internos son muy demandantes, sobre todo los nuevos”, afirmó García.

Respecto del trabajo que desempeñan, el comisionado parlamentario de cárceles, Álvaro Garcé, indicó que los civiles “han tenido dificultades” pues “existe cierto vacío en cuanto a la delimitación de las tareas que tienen que realizar”. 

En un informe elaborado por Garcé a fines del año pasado, daba cuenta de que algunos operadores denunciaron “ocasionales dificultades de relacionamiento con el personal policial” en particular en el establecimiento de Punta de Rieles. El ombudsman carcelario presentó ese informe a la presidenta de la Comisión Especial de Seguimiento del Sistema Carcelario, Lucía Topolansky.
Con la creación del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR, ex Dirección Nacional de Cárceles), se pretende que en el futuro los policías estén abocados exclusivamente al resguardo de la seguridad externa de los centros de reclusión, dejando el cuidado interno de los presos a personal civil con preparación (ver página 7).

Sin embargo, el informe de Garcé señalaba que entre los primeros civiles egresados de la Escuela Nacional de Policía predomina “una sensación de incertidumbre” con respecto a múltiples aspectos prácticos de sus tareas.

Iguales pero diferentes
Los operadores penitenciarios reciben formación para su tarea en el Centro de Formación y Capacitación para el Personal Subalterno (Cefocap) de la Escuela Nacional de Policía, donde se les dan cursos de 16 semanas de duración.Defensa personal, legislación, ética, sociología y psicología son algunas de las materias sobre las que reciben instrucción.

Los cursos están organizados en cuatro módulos de cuatro semanas de duración cada uno. Las tres primeras semanas son de clases teóricas y la última de clases prácticas. 
A modo de ejemplo, en la primera semana del módulo I se enseña Orientación Institucional (materia que sitúa al alumno en la función penitenciaria) y Ética. En la segunda semana se dictan clases de Introducción a los Derechos Humanos y Derecho Penal. La tercera semana se centra en Práctica Penitenciaria (teoría) y Psicología 
Penitenciaria. 

La cuarta y última semana de todos los módulos es de práctica, con un sistema de tutores, en una de las cárceles que será el futuro lugar de trabajo de los operadores.
Las autoridades advierten los problemas que puede generar la no conformidad de los civiles con la tarea, máxime teniendo en cuenta que el Ministerio del Interior no logró cubrir las vacantes en los llamados a concurso desde 2010. 

 

Límites de edad y remuneración
Los civiles seleccionados para ser operadores carcelarios deben tener entre 18 y 45 años y haber recibido capacitación en la Escuela Nacional de Policía. La remuneración para el grado I es de $ 15.120 nominales, más $ 800 de una partida prevento-represiva y otra de casi $ 600 por presentismo. El nivel III recibe $ 18.900 nominales y las dos partidas, en tanto que los supervisores penitenciarios tienen un salario nominal de
$ 26.250 más las dos partidas.

350
egresados. Operadores penitenciarios egresaron de los cursos en la Escuela de Policía en diciembre del año pasado. El 57% son mujeres y el 43% son hombres.

1.600
civiles. El Ministerio del Interior pretende que sean capacitados para desempeñarse como operadores penitenciarios en todas las cárceles del país.